MADELAES….Transformando vidas

24 septiembre, 2014 • Noticias, Sin categoría • Views: 3336

Ubicado a 25 kilómetros del Distrito Nacional, en el Municipio la Victoria de la provincia Santo Domingo Norte, se encuentra el Hogar Madelaes. Es un refugio de amor donde actualmente habitan 30 niñas con diferentes historias y un denominador común: Ser huérfanas, en algunos casos de padres vivos.

El centro surgió en 1995, a la fecha alrededor de 170 niñas han tenido este hogar como la única esperanza. Allí no solo han encontrado el cariño, la dedicación y la comprensión de una madre, a través de un Ángel llamado Marielena, fundadora del Hogar de Niñas Madelaes (María de la Esperanza), estas pequeñas reciben además, educación y una formación basada en principios y valores religiosos.

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Dentro de los propósitos de este hogar está el garantizarle a estas niñas, con edades entre 5 y 21 años, desarrollo e integración a la sociedad. Laotrarealidad.net, estuvo de visita por este centro y dentro de tantas joyas encontradas, les presentaremos a tres, cuyas historias son una inspiración constante y un llamado a la superación, sin importar los obstáculos que obstruyan el camino de cualquiera que busque alcanzar sus sueños.

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María Rondón (Desiré)

María, quien nos advirtió que de no llamarle por Desiré poco se enterarían que se trataba de ella, llegó al centro por sus propios pies, utilizando como una guía su instinto, y como brújula el anhelo de encontrar un hogar en donde le entendieran.

Salió desde Sabana Perdida a los 14 años, porque según nos relata, no se llevaba bien con su madre al no entender sus métodos para reclamarle más dedicación y aplicación en las tareas del hogar.

A ella le llamaba la atención lo bien que lucían compañeritas de su escuela, cuyo hogar era el de Marielena.
Sus padres se habían separado cuando quizás alcanzaba el año de edad, estudiaba en una escuela pública donde era objeto de bulling, lo que aumentaba aún más su rechazo a la escuela y todo lo que ella implicara.

Desiré es la mayor de tres hermanas pero sentía que no encajaba ni en su hogar ni en la escuela. Así, con ese pensamiento salió de su casa pero luego de mucho caminar y al ver que la distancia no era tan corta como lo había pensado, se montó en un carro público cuyo conductor, hoy día, considera era un ángel. “Yo salí decidida a quedarme pero madrina no se cómo me sacó el número de teléfono de mi madre y al otro día ella estaba procurándome en el centro.

Al chofer jamás lo he vuelto a ver, aunque me pasé mucho tiempo deseando reencontrarlo”.

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Al principio se entendió que Desiré no calificaba para permanecer en el hogar, al tener una madre que se preocupaba por encontrarla. Le dejaron quedarse por unos días y ese fue el inicio de una estadía que concluyó cuando decidió casarse y formar una hermosa familia. Ahora ella ha procreado junto a su esposo, un joven licenciado en publicidad, dos hermosos hijos.

El reiniciar la universidad para concluir la carrera de turismo que cursa en la Universidad Católica de Santo Domingo está entre sus metas a corto plazo. En la actualidad cuenta con una pasantía de dos años en el área de turismo, la que desarrolló en el Hotel Embajador, también trabaja en el Congreso Nacional, específicamente en la Cámara de Diputados de la República y es miembro del consejo directivo del lugar que le sirvió de hogar y de refugio.

“Aquí me dieron asistencia psicológica, mi auto estima era muy baja, con el tiempo empecé a obtener mejores calificaciones, las mejores notas eran las mías”

El padre:

Desiré viene de una familia con un padre vivo pero ausente. Recuerda que dentro de los pensamientos más dolorosos está el ver a su progenitor como una cometa pasar por su casa y luego de tener mucho tiempo sin verle, despedirse con la promesa de que regresaría el próximo sábado, un sábado de cualquier semana, de cualquier mes, de cualquier año.

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Hoy día le visita con más frecuencia pero cuando se despide ya sabe que no es cierto que regresará el próximo sábado como todavía promete.

“Lo que hago es detenerme con mi hijo que es su nieto para explicarle, a fin de que no se quede esperando porque las horas y los días de mi padre se pueden convertir en años.
Hoy se que no es cierto, ya no lo espero..esa es una palabra vacía, es la frase que utiliza para despedirse pero no para regresar”.

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Ana Daysi Fernández.(La Doctora)

Ana llegó a los 8 años, era beneficiaría de un programa en un centro de nutrición de la iglesia católica. Vivía con su madre y tenía menos de un año cuando su padre murió.
“Cuando me trajeron aquí no extrañaba el calor de mi madre pues casi no la veía, duraba poco conmigo, ella siempre estaba trabando” Hoy día Ana recibe la visita de su madre no así de sus dos hermanos con quien no tiene mucho contacto.

Al pasar balance de lo sucedió con ella, entiende que estar en el hogar Madelaes es lo mejor que le ha podido pasar, de lo contario no cree que hubiese podido estudiar.
“Ahora mi mayor anhelo es terminar la carrera de medicina para ayudar a mi madre”

Ella tiene 23 años y cursa el sexto semestre de la carrera de Medicina, cuando concluya tiene determinado especializarse en ginecología.

“Las niñas más pequeñas me ven como su ejemplo. Cuando se sienten mal yo soy la que las llevo al médico y si tienen alguna dolencia acuden a mí para que le indique algún medicamento”

IMG_0379_1 Milagros Noemí Moreno. (La contable)

Milagros es estudia de contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), de las tres jóvenes, fue la que más pequeña llegó. Su madre murió de cáncer cuando ella tenía 4 años, a los cinco una tía la entregó al hogar. Era la única hembra de tres hermanos y su madre antes de morir no quiso dejarla al cuidado de su padre.

Pero lo triste de su historia no se refleja en su rostro, en el que constantemente mantiene una sonrisa. Como su nombre y tal si fuera un milagro, la alegría que transmite es contagiosa.
“Somos muy queridas por Madrina, es celosa con nostras y cuando algún visitante o transeúnte pide que le deje llevarse a alguna de nosotras, ella siempre le responde que no tiene niñas para regalar, que nosotras somos sus flores.”

Milagros no recibe la visita de sus hermanos, hasta hace un tiempo sí de su tía pero cada vez se hicieron más largos los espacios entre una y otra visita.

“Ya no viene pero la comprendo porque tiene dos hijos con condiciones especiales”

Lo que ellas harían:

No separarían a sus hijos
No dejarían que pasen por necesidades y les darían seguimiento a sus hijos
Sacarían tiempo para conversar y saber qué pasa en sus vidas
Se preocuparían por saber cómo están
Buscarían ayuda profesional si determinaran que lo necesitan
No tendrían su familia hasta que concluyan sus estudios
Harían lo posible para que no se repitan en sus hijos, sus historias.
Tratarían de tener una familia estable.

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LA ADA MADRINA MARIELENA: MADRE Y MADRINA

Cuando era niña Marielena Beltrán Hernández, fundadora del hogar, quería ser monja. Ella es de la Ceiba, un campo de la comunidad de La Victoria. Se casó pero no procreó hijos. Al separarse de su pareja con frecuencia visitaba un hogar de niñas en Bonao.

Su vocación inició con un sueño luego de visitar la casa de la Anunciación cuando estaba el padre Emiliano Tardiff.

Fue en ese hogar que visitaba en Bonao donde le llegaron sus dos primeras niñas, las mismas que ya había visto, asegura, en un sueño. Al echar la mirada hacia atrás, luego de estas casi dos décadas, Marielena cuenta que han pasado vicisitudes y reflexiona asintiendo que todos los inicios son difíciles pero que la perseverancia, con el tiempo, da resultados.

Considera el amor, la paciencia y la certeza de trabajar motivada por un milagro como la clave para poder llevar sola, la responsabilidad de darle sentido a las vidas de las pequeñas que llega a ella.

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En la actualidad ya las niñas más grandes ayudan con las pequeñas “Pero así como las ves, yo voy por mis niñas grandes a recogerlas al pueblo donde la dejan las guaguas que la regresan de la universidad, el trabajo nunca acaba.”

Explica que en el hogar se vive una vida normal, en donde el itinerario incluye hasta ir al cine y salir a comer pizza. Se levantan a las 6 de la mañana, van a la escuela, hay momento para comer, hacer tareas, merendar y hasta para ver un poco de televisión y escuchar un poco de música.

El centro cuenta con un salón y una sala de tareas, también con un área para las celebraciones.

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“Tener confianza en ellas en la medida que crecen, funciona. A los niños hay que recordarles las cosas buenas y no insistirle o reprocharle lo malo que hagan”.

Luego de 19 años el hogar cuenta con una casa propia, donada por la embajada de Japón. En la actualidad las más grandes cuando terminan el bachillerato tienen la opción de quedarse en el hogar.

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“Tengo en proyecto de construir un segundo nivel para las niñas que han crecido y ya van a la universidad”. Con ese propósito Marielena ha enviado una comunicación en busca de ayuda al despacho de Cándida Montilla de Medina, primera dama de la República, a quien invitó a visitarles.

Al pasar balance Marielena aunque viene de un hogar muy pobre de 14 hermanos, se siente feliz y satisfecha. Alega que nada le falta y que está cumpliendo la voluntad de Dios.

  • Dios escoge a los pequeños para hacer grandes obras y hay que hacer el trabajo de una manera desprendida”
  • Si te animas a visitarles, llega a La Victoria, están en la calle San Antonio, no. 7. Puedes verles en la red en www.madelaes.com.do
  • Somos muy queridas por Madrina, es celosa con nostras y cuando algún visitante o transeúnte pide que le deje llevarse a alguna de nosotras, ella siempre le responde que no tiene niñas para regalar, que nosotras somos sus flores.
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