Por: Rosario Medina Gómez
Consultora en Comunicación Corporativa
En estos tiempos en que la gente se ha metido rauda y veloz a la activa vida de los medios de comunicación, sobre todo a los digitales, como si allí les estuvieran asegurando el éxito o les esperara ya formada la empresa que siempre anhelaron tener, se hace más evidente la falta de la guía que les indique cómo hacerlo, porque muchas de las prácticas que ejecutan artistas, productos y hasta empresas deben ser revisadas notándose en su accionar que llegaron allí de oído, por sonar sin ninguna reflexión que los acompañara o los “librara de todo mal”.
Sonar no es lo que vende, la estrategia y la ejecución de ellas es lo que hace generar ganancias integrales a largo plazo.
Y en esas incursiones por sonar o estar in, han hecho suyas “estrategias” o acciones que han venido formando una imagen o marca que a la larga, en lugar de generarles beneficios, los perjudica.
Asomarse a los periódicos y a algunas cuentas de redes sociales, hablan de ello. En estas últimas muchos han tenido más éxito imitando lo que hacen los demás, empero en la gestión con los medios de comunicación ha sido recurrente utilizar cualquier tema para aparecer en ellos y “sonar” sin que haya un cálculo de si responde a la imagen o producto que se desea construir en el tiempo.
Solo han “visto” si así se le puede llamar, cuánto los va a dar a conocer, el aumento de la aparición en los medios masivos sin siquiera tener contemplado cuánto será el tiempo que les dure el efecto.
Una de las acciones a las que recurren algunos artistas es la regeneración de controversia para sonar, muchos de ellos saliendo del horno sin una preparación formal de la expresión artística que venden.
Teniendo el talento que está “pegado” en el momento se hacen asesorar de manejadores empíricos que solo le llevan a ellos mismos la valentía del atrevimiento, razón por la cual se ven incurrir en atrocidades que emulan de algunas ejecutorias de la industria del entretenimiento norteamericana, y sin ningún juicio o confrontación de valor, se lanzan a implementarlas.
Muy apropiada la frase de Jef Richards, profesor de Comunicacion de la Universidad Austin y citada por un artículo de Puro Marketing, al reflexionar que “La creatividad sin estrategia se llama arte”. Eso pasa con muchos productos comerciales y con artistas de RD.
En el caso de algunas marcas, se mantienen por años de espalda a la gestionar la comunicación con el carácter profesional que manda, un día se despiertan y ven que su competencia suena en las redes sociales, lo cual los hace meterse en ellas de sopetón, sin estrategia, sin conocer los protocolos y los criterios de perfiles, tono, ritmo y comportamientos que deben tener, solo como los monos, hacen lo que otros hacen.
Y si de eventos que genere visibilidad se trata, la cuestión se complica. Porque si la tendencia es hacer carreras con perritos, por así decir, se les multiplican las invitaciones a los editores para cubrir las competencias de los caninos, sin calcular el debido alineamiento con la naturaleza de los productos, servicios, etc.
Peor sucede con muchos artistas, estos van más allá. Ya todos conocen el poder del mediatour, sin reparar antes que para ello se debe tener un nuevo tema, nueva producción, anuncio de concierto o espectáculo o la adhesión a alguna causa social, para citar ejemplos.
A veces se lanzan, solo por hacer ruido, a gestionar apariciones que cada una tienen en su participación un tema diferente, evidenciándose falta de una focalización en sus mensajes y en mismo objetivo que da origen a la aparición.
Otro recurso altamente perjudicial son los que incurren en hacer del escándalo una “estrategia”, acción inmediatista que les proveerá visibilidad y aumento en la exposición, pero que trae con ella el efecto boomerang, o sea, el mismo impacto en afectación negativa.
A la larga, desnudarse, faltarle el respeto a una figura connotada y de gran credibilidad, revelar sus inclinaciones sexuales, dejar que publiquen fotos con desnudos por paparazzi o desconocidos, insultar en una red social, maltratar a los animales públicamente, recurrir a la violencia con la pareja o admitir que se consume algún tipo de estupefaciente, le hará ganar un par de columnas por pulgadas o segundos en la radio y la televisión, pero asimismo, le irá aportando negatividad a la imagen que da al público y las empresas patrocinadoras.
Y como en República Dominicana hay una tendencia a hacer “bench marking”, para llamar eufemísticamente a los que copian, traigo a memoria algunos casos sonados, con un efecto postrero que ha sido devastador para sus protagonistas.
Casos:
Beso Madonna – Britney Spears y Cristina Aguilera en los TMV
Hace diez años, y a Spears y Aguilera no les ha podido ir peor. Ganó la industria que llevó a sus bolsillos millonadas con la afectación de la imagen de dos artistas.
Golpiza propinada por Chris Brown a Rihanna: ella publica las fotos en las redes sociales, y aunque aumentó la cantidad de followers, se desacreditó retomando la relación con el rapero posteriormente.
A Justin Bieber se le va la mano con un comentario racista, hecho por el cual pide excusa y dice que fue un “error infantil e inexcusable”. A pesar de que ese día tuvo mucha aparición mediática, a cualquiera no le gustaría atravesar por una controversia que la sociedad de hoy públicamente rechaza.
Lady Gaga y Kelly Osbourne ventilaron sus problemas en Twitter. Estas dos luego de atacarse, vieron que se les fue de las manos y Gaga trató de disculparse como un recurso para detener el efecto negativo que estaba creando la pelea.
En fin, estar presentante en las publicaciones y comentarios de los medios a expensas de comportamientos y acciones negativas, a corto plazo le podrá generar lo que busca, pero a proyección le producirá peor daño a su carrera, producto o servicio.
La buena comunicación es rentable.