Decir que en la República Dominicana la corrupción es un cáncer que retrasa el crecimiento, afecta el comercio e impide la aplicación justa de la Ley no es ningún pecado, porque es la mera verdad. Ahora bien, díganme sinceramente quien que conozca el panorama actual del país se atrevería a negarlo?
Decir que el cáncer de la corrupción permea todos los estamentos de la sociedad dominicana también es la mismísima verdad, pero como fue el señor embajador de Estados Unidos en la República Dominicana que lo dijo, no solo es inmiscuirse en asuntos internos sino que constituye una gran ofensa y un pecado para muchos.
El señor embajador de los Estados Unidos, James W. Brewster, en su reciente discurso ante la Cámara Americana de Comercio también hizo un llamado a todos sus contrarios para que entreguen sus visas americanas en la Embajada.
Al hacer unas declaraciones de este tipo no creo que Brewster se inmiscuya en asuntos internos de la RD porque está diciendo una verdad de Perogrullo, definitivamente los altos niveles de la corrupción en el país es algo que lo saben hasta “los chinos de Bonao”.
Con esto, Brewster no descubrió nuevamente América ni mucho menos. Y Parece mentira que el asunto haya caído tan grande no tanto por el tema de la corrupción sino por el hecho de que el Embajador llamó a sus contrarios a entregar sus visas.
No nos parece que al Brewster hablar de los niveles de corrupción en el país se inmiscuya meramente en asuntos internos, puesto que este tema es en este momento muy debatido y repudiado por líderes mundiales y por lo tanto no es un tema ajeno a las embajadas.
Recientemente, su eminencia Reverendísima, el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arremetió contra Brewster y de forma despectiva le dijo “como esposa que es de un señor, que se ocupe de su casa, que es lo que tiene que hacer”.
Sin ninguna duda el Cardenal bajó mucho de nivel, pues por el hecho de ser el mayor representante de la iglesia católica en RD no se ve bien que sea él quien discrimine y le falte el respeto a una persona por su preferencia sexual, máxime si se trata un funcionario diplomático del país más poderoso del mundo y el principal socio comercial de la República Dominicana.
Por otro lado, debería el mismísimo Cardenal dar el primer ejemplo y entregar su visa americana si es verdad que no le interesa para nada. Esa acción sería una mejor manera de protestar contra una Embajada, que según López Rodríguez, intenta introducir en el país su agenda LGTB.
Qué cosa aborrecerá más el Cardenal, la corrupción que empobrece y arruina la vida de millones de dominicanos?, o por el contrario aborrece más a las personas homosexuales? ¿Estaremos siendo testigos de un representante de Cristo que es homófobo
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