Relatos cortos Bosch: la política es un sacerdocio

1 julio, 2019 • Yo, Opino • Views: 1467

Robert Valenzuela, @FieroValenzuela, rovertbalenzuela@gmail.com, valenzuelarobert78@gmail.com

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Robert Valenzuela

En el natalicio 110 del profesor Juan Bosch, no podemos afirmar que él se arrepintiera o desilusionara sobre los que iban ser sus herederos políticos.  Pero por un momento mostró su amarga frustración porque seguidores suyos preferían la forma de gobernar de su rival político, Joaquín Balaguer, en vez de la suya.

Bosch calificaba a Balaguer de “enano”, “¡pobre infeliz!” esclavo de su ambición desmedida por el poder; y dijo sentir tristeza porque dirigentes del nuevo Partido de la Liberación Dominicana (PLD) simpatizaban con los métodos balagueritas.

“Para mí la política es un sacerdocio de servicio y entrega a los mejores intereses. Hay un planteamiento de que lo esencial es llegar al poder y mantenerse en él, y que todo, la corrupción y hasta los crímenes son justificables cuando de eso se trata. Es un criterio absurdo, pero se ha extendido tanto, que hasta gentes mías lo repite tanto que he llegado a la triste conclusión de que décadas de enseñanza de ética no le ha servido de mucho”, dijo el ex presidente Bosch.

“…Yo no soy esclavo de la pasión de poder. Hay muchos que lo son. Allá ellos. Es así el enano de la (avenida) Máximo Gómez, el que con fraudes ha gobernado este país por años y años. ¡Pobre infeliz!…”, agregó, en un artículo que fue publicado en la desaparecida revista Política, Teoría y Acción.

Él habló muchas veces sobre la diferencia entre el gobierno suyo y el de Balaguer. “Balaguer era presidente títere al momento del ajusticiamiento del tirano (Rafael L. rujillo Molina) y siguió siéndolo hasta 1962. Ese señor no enfrentó la corrupción, mejor la estimuló: nunca deseó combatir la corrupción y moralizar la Nación. Prefería acomodarse a ella. Lo único que le seducía era el poder y usaba la corrupción para doblegar voluntades que le ayudaran a asaltar el poder”, dice Bosch.

Sigue diciendo: “Al llegar a la Presidencia (en 1963) yo debía marcar la diferencia, y la marqué. Mi carácter, mi honestidad, no me permitían vacilar”.

 

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